A veces nos puede pasar que usamos ciertos términos como si hicieran referencia a lo mismo pero, en realidad, los estamos usando mal. Por eso, hoy te explicamos 3 términos que seguramente usas seguido y que pueden llegar a confundirse: valor, precio y costo.
Hablamos del “valor” de un producto o servicio cuando hacemos referencia a la estimación que le dan los consumidores. Es una percepción que se determina en base a la utilidad, la practicidad, etc. que tiene lo que estamos vendiendo. El valor suele ser determinada en función a la opinión de quienes consumen ese producto o servicio y por la capacidad que tiene para cumplir con las expectativas. Es algo que depende del contexto por lo que puede variar según cambie el contexto cultural y de mercado.
Por otra parte, cuando hablamos de “precio” estamos hablando de la cantidad de dinero que permite la adquisición o uso de un producto o servicio. El precio suele estar definido, en general, por el vendedor y suele contemplar las utilidades (la expectativa de ganancia), los costos (lo que nos salió producir el bien o el servicio) y el valor. Los precios pueden ser fijados de diferentes maneras, según la estrategia que se elija (en relación a la competencia, precios Hi-Lo, precios Premium, etc.)
Finalmente, los costos representan la inversión necesaria para diseñar, distribuir y vender un producto o servicio. Es decir, cuánto nos sale poner algo a la venta. Como ya hablamos varias veces, tenemos costos fijos y variables y todos en su conjunto están íntimamente relacionados con la fijación de los precios.
Las diferencias entre estos tres conceptos son bastante claras pero es muy común que los usemos para referirnos a lo que debemos pagar por un bien o servicio. ¿Por qué es importante diferenciarlas? Porque, a pesar que se usen de forma coloquial como sinónimos, son términos diferentes (aunque relacionados) y no tenerlos bien en claro nos puede jugar en contra. Es importante saber de qué estamos hablando para poder calcular nuestro valor, costo y precios de forma correcta y evitar terminar perjudicados por confundirnos.